martes, 16 de octubre de 2018

CONCIENCIA






Todos eran felices hasta que alguien preguntó: 

--- Pero, ¿somos verdaderamente felices?

Un mar de dudas se desplegó en miles y miles de preguntas. A su vez las respuestas, insuficientes, generaron  nuevos miedos. No hubo aplausos.

ARIADNA REVISITADA


Deja el barco y avanza por la playa. Todos lo esperan festejando de antemano su fracaso. Aunque se trate del matador de monstruos, nadie puede con el minotauro. Tras su segura muerte, Creta seguirá devorando vírgenes y jóvenes atenienses para vengar, por mucho tiempo más, la muerte de Androgeo.

Minos lo recibe con un banquete digno de su fama de héroe.

Ariadna recostada junto a Dédalo, lo ve entrar y reconoce inmediatamente el instrumento que la llevará a poder elegir su propio camino. Pero antes debe seducirlo. Habla a Dédalo al oído y él asiente. Luego, se dedica a enamorar  al forastero.

Teseo ríe seguro.  Él no necesita enamorarse, le basta con aparentarlo. Es bello, mata monstruos y las mujeres se rinden a su paso. Pero Ariadna, hija de quien es capaz de recibir  indicaciones  del propio Zeus, y de una maga promiscua y perversa que ha dado a luz al minotauro, sabe leer en los hombres y en las estrellas.

Él necesita ayuda, y ella necesita de él para alejarse de lo monstruoso. Ama la vid, el vino y su inspiración. Ama la libertad que como mujer e hija del rey, no puede permitirse por ahora.

—— Tú sabes cómo, Dédalo. El laberinto es tu obra.

—— Pero Ariadna, ¿estás segura? ¿Irías como extranjera a Atenas, nuestra enemiga? 
Además, ambos tendríamos mucho que perder aquí. Tu padre me recibió en un momento peligroso de mi vida. Le estoy agradecido…

—— No llegaré nunca a Atenas. Él traiciona. Creerá traicionarme y traicionará a su padre. He visto las velas negras sobre los ojos de Egeo. Pero aunque no lo creas será mi hermana Fedra la que le hará saber  qué es ver morir un hijo. Todavía no entiende que el precio de matar monstruos es que algo de ellos se grabe en su alma.

—— ¿y tú?

—— Me creerá dormida y no sabrá que fui yo quien pidió a Bóreas que empujara sus velas negras. Dirán que lloré y no será cierto. En Naxos está mi destino. No sé más. Lo afrontaré. Estoy cansada, Dédalo, de esta isla de amores bestiales.  Quiero  el cielo de estrellas. Quiero mi libertad de elegir.

—— ¿Y si no lo mata?

—— Lo matará, lo matará. Eso sabe. Y también a ti puedo verte. Acumula la cera de los panales, te hará falta.

Dédalo finalmente se rinde y entrega a Ariadna un ovillo de hilo de plata que brilla en la oscuridad.

—— Esto es el salvoconducto…

—— Ah, ¡gracias! Ya vislumbro mi horizonte.

Ariadna entrega el ovillo al héroe y va a esconderse al barco.

Teseo no pregunta el origen ni el precio. Salva a sus compañeros y sale del laberinto con los puños empapados por la sangre del minotauro. Sonríe y comienza a hacer planes. ¿Quién va a pensar en el color de las velas?

Entretanto, Dionisios encarga a Hefesto  su regalo de bodas.

Las panteras devoran cielos y mares. Ariadna, sin saberlo, espera  al dios enamorado que porta una corona que resplandecerá en el cielo con su nombre.