lunes, 30 de marzo de 2020

VOLVER A CASA

 XX Edición: CRÓNICAS MARCIANAS de Ray Bradbury



Para participar en la siguiente edición, vuestro relato debe seguir los siguientes requisitos:
TEMA: El relato deberá contar con, al menos, uno de estos requisitos (podéis elegir uno, dos o los tres):

  • Escribir una historia de ciencia ficción, ya sea viajes espaciales, colonización planetaria, robots, encuentros con extraterrestres...
  • Un relato en el que se mencione con sentido la novela Crónicas Marcianas o al autor, Ray Bradbury.
  • Un relato en el que la acción transcurra en un planeta inventado.


VOLVER A CASA

                                                                           Piensa que no todos los senderos que te
                                                                           llevan te traen de vuelta.
                                                                                          Úrsula K. Le Guin



  Volvió a soñar con su lejana Terra. Globo danzante en el espacio oscuro, con zonas azules rasgadas de nubes blancas que  recordaban los bordes de espuma de las olas. El planeta azul. Sus huesos eran mineral de esa tierra. ¿Podría entregárselos un día? Le habría gustado saber qué estaba ocurriendo allí  ahora.
  Siddy se preparó una infusión con alguna de las tantas hierbas que guardaba de todos los planetas visitados. El ordenador titilaba con una señal de mensaje de la Liga. No, no sabía bien por qué, pero no lo abriría todavía. Primero su té y sus recuerdos.
  Muy joven, apenas recibida de etnóloga, fue contratada por la novísima Liga de las Galaxias, para recoger en cada planeta  datos de sus habitantes, sus culturas y  sus necesidades.
  Desde su origen más remoto, estas Organizaciones o Ligas en sus comienzos habían tenido  excelentes intenciones que degeneraban muy rápidamente en ejercicios de dominación y poder sobre sociedades más pobres o tecnológicamente más atrasadas. Se servían de tiranos o reyezuelos locales, en algunos casos hasta de Sumos Sacerdotes para infiltrar ejércitos, armas, tecnología que sirvieran de control sobre ellas. 
  Ella había demorado un tiempo en comprobar el uso que la Liga hacía de su trabajo. Fue uno de sus guardias en el Planeta XJ-27, quien una noche de revueltas callejeras la sacó del peligro inmediato y la llevó a un galpón en las afueras. Allí, en un ordenador de última generación le mostró grabaciones de lo que sucedía con sus informes a la Liga: eran deformados cambiando datos y contando propaganda oficial; reclamando u ofreciendo ayuda para una represión inmediata. Y en todas las galaxias  vio multiplicadas las fogatas ardientes de libros y piras humanas como las que contaba la historia de Terra, el hambre, la enfermedad y la muerte.
  El guardia, ahora su amigo Teys, la puso en contacto con los grupos rebeldes de la ciudad. Siddy cambió su táctica, escribía sus informes de acuerdo a lo que sus nuevas relaciones necesitaban que se dijera ante la Liga para continuar con un trabajo largo y silencioso. Cuando la enviaron a otro planeta tuvo que despedirse de Teys y sus amigos, sin embargo para ese entonces los rebeldes  se relacionaban como hormigas subterráneas con otros lugares esclavizados, y ella llevaba datos de un lugar a otro. Pero alguien, quizás ella misma dando un paso en falso en sus informes, los alertó.
  Abrió el mensaje. Leyó. Con bastante frialdad y distancia, «como corresponde a los informes intergalácticos» pensó con ironía, se la jubilaba de su extensa labor. La Liga consideraba que aunque parecía una mujer de cuarenta y pocos años, teniendo en cuenta que había nacido en Terra, en ese momento Siddy tendría ya varios cientos; y de haberse quedado allí,  llevaría mucho tiempo como ceniza terrestre. Le proponían por tanto, que la Liga se hiciera cargo de todas sus necesidades permitiéndole vivir sin trabajar en el último planeta de la última Galaxia conocida, adonde sería transportada en una nave  enviada solo para ella. Por supuesto, si  prefería volver a Terra, podría pedir la repatriación con las consecuencias mencionadas, sabiendo que no podrían recogerla antes de diez años.  
  Encerrada en su habitación los insultó una semana entera,  lloró horas, tal vez días, dejó de comer y de beber, y por fin durmió.
  Resolvió aceptar. La repatriación siempre podría pedirla desde el último lugar.  Antes debía  enviar un mensaje a Teys para que en adelante nadie tomara una comunicación suya como verdadera. 
  ¿Cómo era el borde de la última galaxia? Su curiosidad pudo más, y cuando la nave  la recogió, partió con  entusiasmo.
                                                           ***
  «Fue un premio», pensó la noche de su llegada. El lugar era helado, pero el cielo estrellado de Van Gogh la esperaba en toda su gloria. La voz de sus incorpóreos habitantes que la saludaban y acariciaban como brisas, era la música de las esferas; a veces podían oírse los versos sagrados de los santos rishis y poemas de todas las galaxias repetidos por  los poetas del universo. Una tarde, sonó el órgano de Bach. Pero no había nada material. Empezó a percibir  que su cuerpo físico iba diluyéndose con rapidez sin que ella perdiera ninguna de sus capacidades, aunque ya no necesitara comer ni beber, ni dormir de la manera acostumbrada. Veía los sueños y vivía en ellos hermanándose con esos seres invisibles.
  Algo que nombró como hilos de oro, plata y bronce que flotaban,  se unía en algunos puntos, creando. Otras veces, del hilo de plata se desprendían hilachas que formaban un río o una cabellera; en el de oro aparecían formas de nuevas herramientas, y el de cobre se curvaba en un caldero que recogía los colores. Entonces comprendió: la esclavitud, los incendios, el hambre, las torturas y la muerte no podrían nunca, nunca con los hilos del pensamiento, el sentimiento y la fuerza creadora del arte en ninguno de los mundos posibles. Estaba en casa, por fin.
____________
La Liga de las Galaxias, también llamada Ekumen, es una creación literaria de Úrsula K. Le Guin.