domingo, 4 de octubre de 2020

¿CUÁL ES EL PROBLEMA?





Podéis usar esta imagen en vuestro relato




No entiendo cuál es el problema. Usted es abogado, explíquemelo. Antes de defenderla, tendría que oír la otra campana, creo yo. Era tan dulce, tan adaptable cuando nos conocimos. Siempre dispuesta a darme el gusto. Recuerdo un domingo de recién casados. Mientras leía el diario me dieron ganas de comer huevos fritos.

¡Quiero huevos fritos! —le grité a través de la puerta del baño donde estaba terminando de ducharse. Salió corriendo hacia la cocina con el pelo mojado y a medio vestir para darme el gusto. Era tan servicial entonces.

Es verdad, me avisó que estaban en la mesa pero ¿es que uno no tiene derecho a leer el diario con calma el domingo a la mañana? Cuando me senté a la mesa estaban fríos. Se los tiré a la basura.

¿Fríos, fríos, me servís la comida fría! volví a gritar y me fui al bodegón a comer. Es mi derecho ¿no? Soy un profesional que trabaja toda la semana y merezco comer calientes mis huevos fritos.

Volví tarde esa noche, después de haber ido al cine y a emborracharme en un bar. Como esa, hubo muchas situaciones parecidas y con el tiempo se fue poniendo más hosca, menos paciente más resentida. Pero no por eso yo pensé en divorciarme. Al contrario, quería ayudarla. Ella también trabaja. La oigo: «Además del trabajo de la casa». Pero no se lo digo. Esa es su primera obligación. Por otra parte, cuando quiere que hagamos mejoras en la casa o que salgamos de paseo algún fin de semana, yo le digo:

Habrá que ganar más… porque lo cierto es que  no gana tanto como yo y siempre está proponiendo cosas nuevas. Que por qué no ahorramos para comprar un auto, que por qué no podemos ir al río en el fin de semana, que por qué no invitamos a amigos a tomar una copa, y muchas pavadas más. Me gusta ver amigos, pero me parece que son ellos quienes deberían invitarme, después de todo no trabajo durante la semana para gastar en el whisky que se toman los amigos. Alberto y Matías solían invitarnos los viernes o sábados pero llaman cada vez menos. Alberto se molestaba cuando comentábamos una película. Comentábamos es un decir, yo repetía lo que decía ella porque estaba de acuerdo. ¿Era mi mujer, no? Una vez me invitó a que fuéramos solos a un estreno. Quería ponerme a prueba, estoy seguro Cuando salimos me preguntó qué pensaba. Como me había quedado dormido, no dije nada.

Si te falta el ladero, no sabés nada dijo riéndose.

Es verdad que ella hacía buenos comentarios y yo las más de las veces me quedaba dormido. Después de todo un intelectual  necesita descansar la cabeza de vez en cuando.  ¿Cuál es el problema? No puede ser por eso que quiera separarse. Tampoco porque cuando salíamos a caminar, yo siempre fuera varios pasos más adelante. Solamente tengo piernas más largas, pero se quejaba de que la dejaba sola y no se podía compartir nada.

Le pido que me entienda. ¿Le contó del robo? Era una fiesta grande y nos habían invitado a los dos. Ella iba a sacar las fotos. No quise ir. Había más  gente de su ambiente. No iba a tener con quién hablar así que me quedé. A la madrugada, cuando salió buscando un taxi la asaltaron y le quitaron todas sus herramientas de trabajo. Tuvo que volver al lugar de la fiesta para llamarme. Llorando me pidió que la fuera a buscar. ¿Se da cuenta? Cómo no me iba a enojar, estaba clarísimo que era uno de sus manejos para mostrarme que yo debía haberla acompañado. Se lo dije. A partir de entonces está cada vez más distante y enojada conmigo. Sé que los dueños de casa y otras personas presentes me consideran un monstruo o algo parecido, y hasta he llegado a preguntarme si no será que alguno de ellos, tal vez Alberto no anda medio enamorado.

No, claro que si quisiera engañarme no pediría el divorcio, pero ¿no será una puesta en escena para que yo afloje y vuelva a seducirla?   Porque está claro que con lo que ella gana no basta para mantener la casa y el crío.

Sí, sé muy bien que no puedo obligarla a vender la casa porque no es bien ganancial sino herencia de sus padres que me odiaban. ¿Dice que eso no tiene que ver con la simpatía o antipatía que me tuvieran? Puede ser, pero seguro que ellos querían que yo me fuera. Se los veía en la mirada. Y a propósito, si usted va a llevar el divorcio de su lado, es mejor que no quiera sacarme una buena pensión para el crío que con una escuela pública alcanza; y si me fastidian mucho desde ya le aviso que hay más de una mujer dispuesta a casarse conmigo, y ese día, mire lo que le digo, ese día le hago un juicio por loca y me quedo con el crío. Después de todo también es mi hijo. Aunque no estoy para limpiarle el culo. Soy un intelectual que trabaja toda la semana y precisa descanso. ¿Está claro?