sábado, 7 de noviembre de 2020

BAJO EL VOLCÁN (con perdón de Lowry)

 



Alrededor de mil años después de la archiconocida competencia entre la Liebre y la Tortuga, dos ejemplares de ambas especies se encontraron nuevamente en la pradera bajo un volcán.

Las dos masticaban hojas de su preferencia. La tortuga protegiéndose de la excesiva luz bajo un arbusto; la liebre buscando las hierbas más tiernas para su alimento. Hacía buen tiempo y ninguna  sufría dolores o preocupaciones. Cierta dosis de aburrimiento sobrepasaba los límites de herencia y costumbres, y se filtraba en esa felicidad. Fue la Liebre, siempre dispuesta al movimiento, quien soltó la propuesta:

      ¿Y si  volviéramos a intentar la carrera de nuestras abuelas? Me gustaría restablecer el honor de las Liebres. Después de todo ya no somos las mismas.

      Por mí, no hay inconveniente. Pero no creas que somos tan distintas de nuestra especie. Yo tengo  los antecedentes por todos conocidos y la sabiduría de la edad que me ayudan.

      ¡Ja! Quizás mis patas sean más rápidas que las de mi abuela, soy joven y traigo cambios y velocidad, ¡sabihonda! gritó la Liebre.

      La tierra es la que cambia, nosotras nos adaptamos murmuró la tortuga echándose a andar.

La liebre seguía comiendo hierba gozando del sol, algo sobradora, segura de su glorioso futuro. Las dos actuaban de acuerdo a sus instintos.

De pronto, ambas sintieron un temblor. Continuará.