Podéis usar esta imagen en vuestro relato
No entiendo cuál es el problema. Usted es abogado,
explíquemelo. Antes de defenderla, tendría que oír la otra campana, creo yo. Era
tan dulce, tan adaptable cuando nos conocimos. Siempre dispuesta a darme el
gusto. Recuerdo un domingo de recién casados. Mientras leía el diario me dieron
ganas de comer huevos fritos.
—¡Quiero huevos fritos!
—le grité a través de la puerta del baño
donde estaba terminando de ducharse. Salió corriendo hacia la cocina con el
pelo mojado y a medio vestir para darme el gusto. Era tan servicial entonces.
Es
verdad, me avisó que estaban en la mesa pero ¿es que uno no tiene derecho a
leer el diario con calma el domingo a la mañana? Cuando me senté a la mesa
estaban fríos. Se los tiré a la basura.
—¿Fríos,
fríos, me servís la comida fría! —volví
a gritar y me fui al bodegón a comer. Es mi derecho ¿no? Soy un profesional que
trabaja toda la semana y merezco comer calientes mis huevos fritos.
Volví
tarde esa noche, después de haber ido al cine y a emborracharme en un bar. Como
esa, hubo muchas situaciones parecidas y con el tiempo se fue poniendo más
hosca, menos paciente más resentida. Pero no por eso yo pensé en divorciarme.
Al contrario, quería ayudarla. Ella también trabaja. La oigo: «Además del
trabajo de la casa». Pero no se lo digo. Esa es su primera obligación. Por otra
parte, cuando quiere que hagamos mejoras en la casa o que salgamos de paseo
algún fin de semana, yo le digo:
—Habrá
que ganar más… —porque lo cierto es que no gana tanto como yo y siempre está
proponiendo cosas nuevas. Que por qué no ahorramos para comprar un auto, que
por qué no podemos ir al río en el fin de semana, que por qué no invitamos a
amigos a tomar una copa, y muchas pavadas más. Me gusta ver amigos, pero me
parece que son ellos quienes deberían invitarme, después de todo no trabajo
durante la semana para gastar en el whisky que se toman los amigos. Alberto y
Matías solían invitarnos los viernes o sábados pero llaman cada vez menos. Alberto
se molestaba cuando comentábamos una película. Comentábamos es un decir, yo
repetía lo que decía ella porque estaba de acuerdo. ¿Era mi mujer, no? Una vez
me invitó a que fuéramos solos a un estreno. Quería ponerme a prueba, estoy
seguro Cuando salimos me preguntó qué pensaba. Como me había quedado dormido,
no dije nada.
—Si
te falta el ladero, no sabés nada —dijo
riéndose.
Es
verdad que ella hacía buenos comentarios y yo las más de las veces me quedaba
dormido. Después de todo un intelectual necesita descansar la cabeza de vez en
cuando. ¿Cuál es el problema? No puede
ser por eso que quiera separarse. Tampoco porque cuando salíamos a caminar, yo
siempre fuera varios pasos más adelante. Solamente tengo piernas más largas,
pero se quejaba de que la dejaba sola y no se podía compartir nada.
Le
pido que me entienda. ¿Le contó del robo? Era una fiesta grande y nos habían
invitado a los dos. Ella iba a sacar las fotos. No quise ir. Había más gente de su ambiente. No iba a tener con
quién hablar así que me quedé. A la madrugada, cuando salió buscando un taxi la
asaltaron y le quitaron todas sus herramientas de trabajo. Tuvo que volver al
lugar de la fiesta para llamarme. Llorando me pidió que la fuera a buscar. ¿Se
da cuenta? Cómo no me iba a enojar, estaba clarísimo que era uno de sus manejos
para mostrarme que yo debía haberla acompañado. Se lo dije. A partir de
entonces está cada vez más distante y enojada conmigo. Sé que los dueños de
casa y otras personas presentes me consideran un monstruo o algo parecido, y
hasta he llegado a preguntarme si no será que alguno de ellos, tal vez Alberto
no anda medio enamorado.
No,
claro que si quisiera engañarme no pediría el divorcio, pero ¿no será una
puesta en escena para que yo afloje y vuelva a seducirla? Porque
está claro que con lo que ella gana no basta para mantener la casa y el crío.
Sí,
sé muy bien que no puedo obligarla a vender la casa porque no es bien ganancial
sino herencia de sus padres que me odiaban. ¿Dice que eso no tiene que ver con
la simpatía o antipatía que me tuvieran? Puede ser, pero seguro que ellos
querían que yo me fuera. Se los veía en la mirada. Y a propósito, si usted va a
llevar el divorcio de su lado, es mejor que no quiera sacarme una buena pensión
para el crío que con una escuela pública alcanza; y si me fastidian mucho desde
ya le aviso que hay más de una mujer dispuesta a casarse conmigo, y ese día,
mire lo que le digo, ese día le hago un juicio por loca y me quedo con el crío.
Después de todo también es mi hijo. Aunque no estoy para limpiarle el culo. Soy un intelectual que trabaja toda la semana y precisa descanso. ¿Está claro?