miércoles, 16 de marzo de 2022

¡PODRÍA LIMPIAR MEJOR, BELTRÁN!

 




«¿Será posible? ¡Vieja de mierda! Las dos de la mañana… No, no pienso contestar; si olvidó las llaves que llame a su amiga», murmura Beltrán semidormido ante el sonido del teléfono móvil que lo despierta. Pero la vecina del sexto piso que molesta siempre a las horas de descanso; a quien a diario le pasa un “pudo haber sido una tragedia”, y nunca retribuye  siquiera con una sonrisa, insiste, insiste, insiste. Beltrán se rinde.

Las puertas del ascensor no cierran, Beltrán. No voy a subir seis pisos.

Voy.

« Ni una disculpa, ni un buenas noches, a veces la mataría». Va hasta la sala de máquinas y mueve una palanca. El ascensor arranca. Beltrán vuelve a la cama, pero una rata se cuela  por las puertas tijera trabando la segunda al instante.

La mañana es de gritos y espanto. Todo el consorcio multiplica teorías sobre lo que pudo haber pasado. Tampoco Beltrán lo entiende. Le preocupa la posible investigación policial, sin embargo  los viejos resentimientos pueden con él: «¡Ni muerta va a dejar de joder esta mujer!»

La vecina del sexto yace en el piso del ascensor con parte de la pierna izquierda trabando la puerta del aparato.

En el sótano, la rata disfruta unos granos que cayeron  de la cartera abierta.

La vecina contempla su cuerpo caído con tan poca elegancia y dignidad y aun insegura de su muerte se dice: «Podría limpiar mejor este hombre…  Así, nadie sabrá jamás porqué he muerto».