domingo, 11 de diciembre de 2022

A LA SOMBRA DE ESO, BAJO LA MIRADA DE AQUEL

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A LA SOMBRA DE ESO, BAJO LA MIRADA DE AQUEL

 

Hace mucho, muchísimo tiempo, miles de años ya,  a la hora de los sueños, ESO puso un dedo sobre el cerebro de un científico, y en poco tiempo surgieron métodos para trasplantes de órganos, su crio conservación, formas de prevenir el rechazo, toda clase de vacunas, combinaciones químicas impensables hasta el momento, que fueron de gran ayuda para la curación  de  millones de enfermos. La humanidad avanzaba entre maravillada y agradecida a una vida prolongada y saludable. Las ideas de solidaridad, generosidad, entrega cambiaron definitivamente. Era preferible sobrevivir por medio de un solo órgano en un cuerpo ajeno que confiar en una improbable vida celestial.

Si ESO se sintió satisfecho u orgulloso de los resultados, no lo sabemos. Los seres humanos lo olvidaron y dejaron de lado  a AQUEL. No los necesitaban.

Los gobiernos del mundo  compitieron en la creación de inmensos laboratorios y bancos de conservación de órganos construidos en las zonas más  frías y alejadas de la civilización. Por supuesto, también aparecieron los traficantes capaces de ejecutar los delitos más atroces con tal de obtener lo que se había convertido en el oro del momento. Asimismo la comunidad mundial acordó leyes mediante las cuales todos los ciudadanos se convertían en obligados donantes desde el registro de nacimiento.

AQUEL contempla. Acompaña en silencio a los dispuestos a llevar adelante su destino.

 

 

Pero los seres humanos nunca se conforman, y lo que crean por necesidad, terminan convirtiéndolo en frivolidad. Unos cinco mil años después, las reservas de órganos se están agotando. La humanidad está dividida en dos grandes grupos: los llamados Inmortales y los Mortales. En apariencia no se diferencian demasiado, aunque los primeros  están obligados a cambiar por desgaste los órganos trasplantados, y sus mujeres  se niegan a procrear temerosas de la debilidad de sus cuerpos, temerosas del parto, temerosas del niño enfermo, temerosas.  Así, cuentan con los hijos de los Mortales para que  contribuyan con sus órganos a las reservas futuras. Usan sus robots metálicos y mudos como policía de seguridad que busca niños casa por casa.

Los Mortales por su parte, recurren a toda clase de artilugios para que los gobiernos no puedan registrar a sus hijos. Construyen sótanos con aislantes de sonido y los comunican a través de túneles que continúan hasta lugares muy alejados de ciudades y pueblos. Repartidos por el globo viven muchos unidos en la resistencia. Se los conoce por diversos apodos: los portadores de la voz o los de la voz que camina; otros los llaman los ecos del viento o el rugir de los mares.

 El mundo entero prepara la  guerra.

 En una ciudad pequeña cercana a uno de los últimos bosques donde solo viven lobos, Ana,  partera de los Mortales, ha ideado una forma curiosa de silenciar el llanto de los recién nacidos: canta. Canta con su poderosa voz, con su alegría, con toda su convicción. Sabe que eso la pone en peligro;  muchas Inmortales aspiran a recibir su laringe y sus cuerdas vocales en un trasplante.  Un amanecer, sus compañeros de resistencia le hacen llegar un mensaje por medio del canto de los pájaros:

                                               En el bosque

                                               Lobos aullan

                                               Guardan tu silencio.

Ana se apresura. Tiene una larga jornada caminando por la oscuridad de los túneles para llegar al bosque con la luz del atardecer. Otros ecos del viento también viajan solos por peligrosos caminos alternativos, evadiendo ciudades y pueblos para llegar a cumbres de montañas y colinas, a selvas, a desiertos, a cuevas entre las rocas junto al mar, a fondos de cascadas.

Es la noche del estallido.

Se han puesto en marcha todos los robots a la mayor potencia. Arrasan las casas de los Mortales, arrancan a los niños  de los brazos de sus padres con tanta violencia que los dejan inservibles para cualquier uso. Los Inmortales, enardecidos, queman poblaciones enteras. Entre  fuego y  humo Mortales e Inmortales mueren sin poder respirar.

Visto desde el  espacio, el planeta azul se asemeja a un gigantesco volcán de humo y lava.

ESO empieza a paladear su triunfo.

Los lobos aullaron toda la noche. Ahora duermen junto a Ana, protegiéndola. Ella busca entre los árboles una primera claridad y comienza a cantar. Con su canto suben también desde las cumbres, las selvas, los desiertos, las cuevas y cascadas, los de todos los portadores de la voz del mundo; en sus silencios de aire nace de sus laringes una nueva humanidad.

 Triunfa en la aurora la sonrisa de AQUEL.

ESO, furioso por haber perdido otra batalla, cuando creía haber ganado la guerra, comienza a idear una nueva peste  con una cura tan potente que dejará a los hombres…(continuará)