martes, 10 de enero de 2023

LA PIEDRA Y LA SOMBRA

 


Sí, fui yo el hombre capaz de traicionar al Señor del Olimpo. El más astuto de los mortales me llamaron, mientras duraron ellos. También fui capaz de eludir su castigo y encadenar a Tánatos.

 Nadie moría. Ni en plantas, ni en animales, ni en hombres podía encontrarse un ciclo terminado, o la semilla de la renovación.

Intervino el dios, y por supuesto ganó. Mis astucias, mis engaños siempre tuvieron éxito en el inmediato tiempo de los hombres. Claro está que yo sería su primera víctima, pero esta vez engañé a los Infiernos culpando a mi mujer. La hice pasar por impía. ¡Es tan fácil!   Me presenté sin la vestimenta ritual, quejándome por su descuido. Pedí volver a reparar.

Hades, con la seguridad que dan la soberbia y  el poder, me dejó ir. No volví hasta que me venció la vejez. Entonces mi sombra conoció el castigo: empujar una gigantesca piedra hasta la cumbre de una montaña. Casi al llegar, la piedra cae siempre y mi sombra debe volver a empezar.

Han pasado milenios. Mis dioses hoy son solo metáforas para la humanidad. Acaso vivan aún en los bordes del universo. Otros han ocupado su lugar.

Mi castigo se ha convertido en esperanza. Tanto subir y caer, la piedra fue deshaciéndose, rompiéndose en guijarros. Podría llevarla en un bolsillo si lo tuviera.

Pronto,  piedra y sombra llegaremos a la cumbre. No volveremos a caer. Seremos fundadores de la próxima cosmogonía.

Sísifo vuelve a triunfar.