PENÉLOPE
Esperé, esperé, esperé casi mil años tejiendo destinos.
Llegó el momento, un camino de cambios rápidos que casi no pareció espera. De pronto
me encontré en una cueva cálida y oscura, seguramente próxima al mar porque oía
el sonido de olas pequeñas contra la playa como un acunar, y de tanto en tanto
una voz acariciante que podría ser la mía o una ola formándose. También, con
menos frecuencia, como si le costara crecer, una más grande de sonidos
profundos. Sobre todo, oía un tambor que dictaba el ritmo de mis miembros al nadar.
Y volví a esperar.
Al principio la cueva se agrandaba. Yo no veía ninguna
salida. De pronto, empezó a contraerse y expandirse al ritmo del tambor. Los
sonidos de las olas eran cada vez más fuertes y definidos aunque ya no podía
nadar empujada a una única
posición. Dejó de ser agradable. Era una
prisión que me ahogaba. Me rebelé, sin embargo reconozco que la cueva me ayudó.
Un rayo de luz. Un dolor terrible. Grité. También la cueva gritó. Ambas oímos:
−¡Es una niña!
Era la vida: con cada deseo, una espera. Con su
satisfacción, la aparición de una nueva espera. Escalones que en su continuidad
simulan una escala infinita. Un día amaneció un descanso, aunque con otra posición del alma. Llega la luz de invierno. Ahora espera volver nuevamente a
otros mil años corrigiendo los hilos del destino.
(235pbs.)
Hola, Juana, qué bello micro nos regalas, esa alma en espera de encarnar y por fin lo hace, pero debe seguir esperando en esa cueva que tan bellamente describes, al principio quizás confortable aunque algo de inquietud le transmite y luego el momento definitivo del parto, la llegada de una nueva vida, la niña Penélope.
ResponderEliminarPero la vida es una continua y eterna espera, cada avance trae consigo nuevas esperas, hasta que regresamos a esa inercia y la muerte aparece para volver a perpetuarnos en una nueva y larga espera, para regresar ya con esos aprendizajes de vida como equipaje.
Que bonita esa comparación del tejido de hilos y sus correcciones, para mostrar el camino andado y los errores cometidos.
Un micro precioso, diferente, muy simbólico y significativo, me ha gustado mucho lo original y creativo de esa espera por la que todos pasamos antes de nacer, después de hacerlo y a veces, hasta para morir. Un abrazo.
P.D. Juana, el enlace que dejaste nos lleva al blog, pero dice que la entrada no aparece, yo la vi en el lateral derecho y ahí la abrí, creo que el error es porque en el enlace que dejaste en el Tintero, penélope, aparece con acento.
Gracias, Harolina, tanto por tu comentario tan detallado, como por el aviso de la dificultad para entrar. Espero que otros compañeros encuentren la solución que encontraste vos. Un abrazo grande
EliminarLa eterna espera, hermoso micro Juana que nos regala sobre el "renacimiento" y nuestro proceso de transformación. Abrazos desde Venezuela
ResponderEliminarEsa espera que nos lleva al surgir de una esperanza y una nueva ilusión.
ResponderEliminarUn abrazo Juana
Puri
Nacer.....si es decir es esos momentos que uno aparece en una cruda realidad.... valio la pena esperar. Nacer vivo es buena noticia
ResponderEliminarHola Juana, ¡qué gran relato has escrito! Debo confesar que ni por asomo adiviné de lo que se trataba sino hasta el final del segundo párrafo. Me encantó. Tiene un ritmo agradable, tiene algo de poesía también. El nombre también despista, uno espera quizás un mito, pero lo que resulta es aún mejor: El milagro del nacimiento y ese sugerir que antes de eso hubo otros destinos y que después de este seguirán otros. El "Eterno Retorno" de Nietzsche. Un gran aporte para el reto de El Tintero, si fuera concurso votaría los 7 puntos a tu relato. Abrazos.
ResponderEliminarQué espera tan bella la de un nacimiento. En esta vida nos toca esperar continuamente por cualquier cosa, pero la llegada de un nuevo ser, por mucho que tade, se hace con ilusión. En un comentario anterior se ha citado la reencarnación, algo en lo que no había reparado. Si existiera (cosa que pongo en duda), el proceso de renacer sería todavía más largo, je, je.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué bonito, Juana. Un micro precioso, poético y muy metafórico. Me ha gustado mucho el tono y la delicadeza en la forma de contar. También el modo en que enlazas la historia al mito de Penélope y la sutileza con que se va revelando el tema de fondo. Una preciosidad.
ResponderEliminar¿Mil años entre una etapa y la siguiente?
ResponderEliminarEspero que no hayas calculado bien. O que haya Netflix.
Muy buen planteamiento. Parece que va a culminar con ese nacimiento tan sensorial, pero nos introduces el la serie de reencarnaciones ( que no es una serie de netflix😜)
Abrazooo
Hola, Juana, el milagro de la vida, contado desde "dentro", desde el nacimiento. Muy curioso micro el que has narrado, muy bien hecho, además.
ResponderEliminarUn abrazo. :)
Vaya bonita forma de contarnos la espera de un nuevo ser. Penélope la de Odiseo si que espero unos cuantos años a su marido en Itaca, La llamaban la mujer de la eterna espera, con eso está dicho todo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Juana!
ResponderEliminarMuy apropiado lo de Penélope para un reto de la espera. Pero la manera de enlazarlo con la segunda espera es magistral. Como siempre, juegas con el muestrario de tus palabras, no nos cuentas qué está pasando sino que lo plasmas como una imagen encriptada en unas palabras que se valen de la metáforas para confeccionar una estampa global. Una vez sales se tu relato, como si estuvieras zambulléndote en un lago de aguas densas te das cuenta de la enorme experiencia aue brota de tus relatos.
Me encantó.
Un abrazo y muchas gracias por participar.
Hola Juana, muy hermoso el relato de nacimientos y esos hilos que tejen nuestras vidas y los destinos, Un abrazo.
ResponderEliminarEl milagro de la vida es un bello acontecimiento, algo insuperable. Un micro muy bien hilado.
ResponderEliminarUn abrazo
Juana, este texto es una espiral de espera y revelación. Me atrapó desde el inicio con ese eco mítico de Penélope tejiendo el tiempo… pero lo que no me esperaba era que el telar fuera un útero, y el viaje, el de un nacimiento.
ResponderEliminarLa transformación es brutal: pasamos de una voz ancestral que parece hablar desde siglos de espera, a una conciencia que reconoce su entrada al mundo como un nuevo comienzo. Lo más potente es cómo sostienes esa tensión entre lo íntimo y lo simbólico: no es solo una niña naciendo, es el ciclo eterno de desear, esperar, renacer… hilado con una sensibilidad que se siente.
Y ese cierre, con “otra posición del alma”… qué forma tan serena de recordarnos que incluso el descanso es solo un pliegue más del hilo.
¡Un abrazo!
Hola Juana
ResponderEliminar¡¡¡Bellísimo relato el que nos has escrito, desde el embarazo hasta la muerte física, con una nueva espera para reencarnar!!! La analogía con Penélope y el eterno trabajo de tejer una y otra vez la vida, con sus comienzos y sus esperas, me pareció genial. Y la descripción de cada etapa, muy bien contada. ¡Felicitaciones!
Un abrazo
Marlen
Una preciosidad de micro que solo se puede escribir desde la sensibilidad de una mujer.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Juana.
ResponderEliminarNos traes un relato muy bello y enternecedor.
Describes muy bien lo que parece ser una reencarnación y, finalmente, el alumbramiento. La "dulce espera" como es bien llamada.
Saludos.