Elvira, todavía débil por varios días de cama durante
los que solo ha probado algo de sopa que la portera le alcanza para luego volver al sueño, se levanta
tropezando.
La ventana del living golpea entre el viento y los infructuosos saltos de la gata tratando de
cazar una paloma. Es por donde se asoma
al mundo, sol, lluvia y su vecino Antonio. Enferma, ha soñado con él.
Se encuentran en el mercado, y él es tan caballero que carga su canasta de compras.
A menudo cruza la calle con una silla para sentarse junto a Elvira a mirar el
atardecer.
Ella piensa que ninguno invita al otro a su casa por aquello de «pueblo
chico, infierno grande», pero qué bueno sería tomar unos vinos que suelten la
lengua y los recuerdos.
Antes de cerrar, ve luz enfrente: Antonio está abrazado al cuello de
un joven que lo empuja suavemente hacia la cama mientras le desabrocha los pantalones
que se deslizan.
Ahoga un grito, quiere llamar a la policía. No
recuerda el número de urgencias. Tremendas imágenes bailan ante sus ojos.
Vuelve a la cama, a su cansancio mortal.
Por la mañana, Elvira pregunta:
—¿Qué
sabe de don Antonio?
—¡Pobrecito,
estuvo gravísimo! Diga que el hijo vino a cuidarlo hasta que recupere fuerzas.
Ya a solas, Elvira oculta la cabeza bajo la almohada con el quejidito continuo de
una niña que se ha orinado. No sabe cómo esconder la vergüenza de sus propios
pensamientos.
Hola Juana, soy la prime en comentar. Recuerdo la película. Pero tu historia sigue siendo indiscreta, aunque dan ganas de abrir la ventana y liarse a gritar. Lo peor que te pueda pasar: ver al hombre que te gusta en brazos de otra. Aunque habría que preguntarle a Elvira por que derroteros van sus pensamientos. Un final abierto. Un abrazote.
ResponderEliminarPeor que peor, verlo en brazos de otro, y que la mirada sea de una mujer prejuiciosa. Gracias por leerme. Un abrazote.
EliminarHola, Juana. Cuando la vista nos engaña la imaginación bien que nos embauca. Bueno, a ver si los dos se recuperan y comparten antes cambien de barrio, mira que en el cementerio más que vecinos pueden estar en esquinas opuestas. Saludos 🖐🏼
ResponderEliminarQuizá sean todos delirios de pandemia, pero yo también espero que se les pasen los prejuicios, aunque no puedan mudarse. Saludos
Eliminar¡Hola, Juana! Que buena y diferente historia le has dado a esta mítica película. Que levante la mano quien no haya curioseado a través de la ventana a los vecinos, todos tenemos un voyeur en nuestro interior y, a veces, nuestros prejuicios nos llevan a sacar de contexto lo que vemos. Como estupendamente reflejas en tu estupendo micro. Un abrazo!!
ResponderEliminarGracias David, siempre gracias. Por tus propuestas, por tu trabajo, por el entusiasmo que le pones y por leernos siempre.
EliminarUn abrazo
Hola, Juana. Magnífico giro a la historia. No recuerdo la película, pero esta, sin dudas, tiene un final sorprendente.
ResponderEliminarUn abrazo
Probablemente sos muy joven papra recordarla. Dirigió el gran Hitchckoc y trabajaron nada menos que Grace Kelly yStwart Granger.
EliminarUn suspenso extraordinario. Un guión de primera. Un abrazo
Buenos días querida Juana.
ResponderEliminar“La ventana indiscreta” es una de mis películas preferidas, será que me gusta observar.
Elvira tiene imaginación que le juega malas pasadas, y es que una ventana da mucho juego y muchas interpretaciones de lo que ocurre dentro de otras ventanas.
Buen trabajo, Juana.
Un beso.
Te imagino entre galeras y apuros de edición, así que te agradezco doblemente la visita, la lectura y el tiempo de comentar. Un abrazo grande
EliminarSiiii!!!! Es un trabajo bastante pesado, la verdad.
EliminarOtro abrazo para ti, Juana.
Hola, Juana. Has creado un relato muy interesante, donde nada es lo que parece, y también muy real , porque es algo que puede pasarle a cualquiera de nosotros. Me gustó. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Pedro.
EliminarSaludos
Hola, Juana. Desde luego, las ventanas no pueden ser de lo más indiscretas. Nos atraen como las luces a las polillas, no siempre para bien, como le ocurrió a Elvira.
ResponderEliminarUn saludo.
Hola Bruno: Me ha gustado mucho esa imagen de las ventanas: "nos atraen como las luces a las polillas". Sí, creo que a todos nos pasa.
EliminarSaludos
Hola, Juana. Muy buena la historia: muestras a la perfección eso de que las apariencias engañan, sobre todo cuando solo se ve una parte de lo que pasa.
ResponderEliminarEs temerario juzgar lo que se ve a través de una ventana indiscreta.
Gracias por comentar, Carmen.
EliminarUn abrazo
Maravilloso y sutil micro!! Nada es lo que parece...a veces las suposiciones por algo que vemos nos juega una mala pasada. Brillante la narrativa al ir hilvanando la historia. Un cálido saludo.
ResponderEliminarGracias, Daniel Edgardo. Muy contenta de que te haya gustado.
EliminarUn abrazo.
Me gusta esa forma de plantear el narrador en tercera persona haciendo filigranas con los tiempos verbales para que nada ni nadie se escape del presente de una voz narrativa exquisita. El resultado está a la vista. Todo se desliza en su punto sin miedo a afrontar giros argumentales arriesgados.
ResponderEliminarMe gusta mucho. Gracias por la propuesta Juana. Un abrazo y salud
Gracias a vos, Javier. Me has dejado apabullada y muy contenta, por cierto. Un abrazo
EliminarHola, Juana. También a mí me ha gustado mucho tu micro. La forma de contarlo, como dice Javier y la mala pasada que le juega a la protagonista su imaginación y sus prejuicio. Muy buena historia. Felicidades.
ResponderEliminarMarta, ¡qué bueno que pasaste por aquí! Muchas gracias por tus comentarios. Nos leeremos otro año más gracias a las geniales iniciativas de David. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Juana. Hay cosas que al tiempo le cuesta cambiar. Aquellos corros de vecinos a la puerta de la casa comentando los últimos chismes del pueblo o la vida que se vislumbraba por las ventanas, desde detrás de los visillos, fuese de día o de noche. A falta de radio o televisión no había otro entretenimiento para las mentes ociosas. Me ha gustado el micro, real como la vida misma.
ResponderEliminarUn abrazo
Muchas gracias, Carles
EliminarUn saludo
Hola Juana, un micro revelador del morbo de la psiquis humana cuando se reprime, y más cuando el delirio por enfermedad está presente, ja, ja.
ResponderEliminarEse párrafo final no tiene desperdicios, me gustó mucho el símil que haces, ese quejidito continuo de una niña avergonzada porque se ha orinado.
Muy bien narrado y argumentado, acorde con el título de la película, que por cierto me gustó mucho cuando la vi en televisión hace años y la volví a ver luego hace menos.
Gracias Juana por el regalo de tus letras. Buena semana.
Hola Juana muy buen relato donde tu personaje hace lo que mejor hacemos los humanos y es hacernos cuentos en la cabeza. Creo que ella y Don Antonio deben hablar largo y tendido para conocerse mejor.
ResponderEliminarSaludos.
Pues la escena es muy diciente para pensar cualquier tipo de malentedido. Yo me asuste tambien. Porque sera que no es posible que formlicen una relacion mas seria, asi se evitarian estas situaciones tan embarazosas
ResponderEliminarHola, Juana, una historia diferente, pero parecida, igual de intrigante y con mucha dosis de imaginación, para que lector y protagonista divaguen por donde menos se los espere.
ResponderEliminarUn abrazo!
La imaginación,el prejuicio y la confusión de la enfermedad se alían para que esta mujer crea estar viendo lo que en realidad no es.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Juana en este caso las cosas no son lo que parece y a tu protagonista la imaginación y el deseo le hizo ver lo que no era.
ResponderEliminarUn abrazo
Puri
¡Ay! A dónde nos pueden llevar las ventanas indiscretas. Lo que se ve, lo que se intuye y lo que se desea que puede que no sean la misma cosa y lo que parece sujeto a nuestros prejuicios. Muy interesante tu micro. Un abrazo.
ResponderEliminar¡Hola, Juana! Me ha gustado mucho el micro, me ha sorprendido el final. Un saludo desde la Buhardilla de Tristán.
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