«Gracias,
Petunia», pensó satisfecho. Era su primer gran violoncelo de más de doscientos
años de antigüedad, y había resonado a Bach como se esperaba de él. Le dio una palmadita cariñosa, lo
guardó en su caja y salió contento y apresurado en busca de un taxi bajo la
lluviosa noche neoyorquina.
Acomodó a
Petunia a su lado. Cerró los ojos y se relajó. Lo había nombrado así por la pureza del sonido, su elegancia, y sobre
todo por su fidelidad y confianza. Un súbito frenazo le hizo dar un respingo
sacándolo de sus pensamientos. El taxista gritó unas cuantas groserías por la
ventanilla, luego pasó al otro automóvil haciendo chirriar las ruedas.
—¿Usted vio lo que hizo ese animal?
A partir de ese momento el taxista no dejó de hablar enojado, cada vez más exaltado. No
logró calmarlo. Molesto y ansioso, en
cuanto vio la puerta de su apartamento pagó sin mirar el cambio. Descendió casi
corriendo. Entró al edificio y…¿Petunia? ¡Quedó en el taxi!
Días y días de consternación,
angustia, enojo consigo mismo, remordimiento, terror de lo que pudieran hacerle
por ignorancia, por avidez, por descuidos como el suyo.
Tomó todas
las medidas para recobrarlo, denunció, ofreció recompensa, pasó por la humillación, la vergüenza, sintiéndose incapaz de tocar, vigilando cualquier pista por tenue o
falsa que pudiera parecer.
Y una tarde Petunia volvió intacta a sus manos. Con ella volvió la serenidad, volvió la música, volvió la alegría de su vida.
(243
palabras)
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El hecho de olvidar el violoncelo en un taxi en Nueva York le ocurrió al gran Yo-Yo Ma, quien había nombrado así al Doménico Montegna fabricado en Venecia en1733. Las causas y los sentimientos que pueden haber suscitado tanto perderlo como recobrarlo son imaginaciones y suposiciones personales.
Aunque creo
que están evidenciadas en la historia, tal como lo pide el reto detallo algunas
de las emociones:
Satisfacción por el concierto con un recién
conseguido instrumento valioso. Cansancio,
distracción, sorpresa por el cuasi accidente, molestia por la verborragia del
taxista, ansiedad generada por éste
y necesidad de llegar a casa. Desesperación, consternación, remordimiento,
enojo, miedo, humillación y vergüenza, interés activo para recuperarlo y la serenidad y alegría
finales.
Imperdonable ese olvido, teniendo en cuenta no solo el valor material sino el sentimental de ese violoncelo. Pero, como dice el refrán, está bien lo que bien acaba.
ResponderEliminarUn saludo.
Qué bueno...
ResponderEliminarMe ha encantado. Y no sólo por lo bien escrito que está, trasmitiendo a la perfección toda la gradación de emociones, sino porque amo la música que toca Yo-yo Ma y este instrumento maravilloso. Me he imaginado el fuerte impacto que recibiría al perderlo y la armonía plena al recobrarlo.
"consternación, angustia, enojo consigo mismo, remordimiento, terror de lo que pudieran hacerle por ignorancia, por avidez, por descuidos como el suyo."
Me gusta el ritmo que alcanza el relato en sus varias enumeraciones finales, acelerando las nuestras.
Un abrazo, Juana! :)
Como se suele decir las prisas no son buenas y en este caso se ve que con tanto jaleo petunia quedó olvidada y con ella la pena de haberla perdido. Menos mal que al final todo se solucionó.
ResponderEliminarUn abrazo Juana
Puri
Madre mía, supongo que se le cortaría hasta el hambre ante un olvido así 😬
ResponderEliminarHola Juana, hemos ido pasando de la sorpresa al dejarse a petunia, la angustia y consternación, pero al final la alegría de recuperarla es la más satisfactoria. Buen relato. Me encantó. Un abrazo
ResponderEliminarCuantas emociones enfrentadas solo por la pérdida de un instrumento valorado, por lo que es capaz de transmitir con su música. Yo una vez extravié una armónica muy querida en un autobús. Hasta que pude recuperarla sufrí lo indecible.
ResponderEliminarCuanto más no lo haremos, por la pérdida de un ser amado.
Un abrazo.
Un olvido realmente angustioso que has contado de maravilla. Muy buen micro, Juana.
ResponderEliminarMaravilloso micro, Juana.
ResponderEliminarNo puedo imaginarme en la piel de su protagonista. Ya nos lo dicen, que las prisas no son buenas...
Felicidades por todas las emociones que me has despertado.
Un fuerte abrazo.
Ya dicen que los artistas son almas despistadas! Ja, ja! Perder algo muy querido despierta infinidad de sensaciones, pero definitivamente el tráfico de Nueva York a bordo de un taxi creo que despierta muchísimas más! Ja, ja! Un abrazote!
ResponderEliminarUn excelente micro, los sentimientos muy bien contados, pasar del placer de la música, del tocar un instrumento al que amas, a la angustia y desesperación de su pérdida, felicitaciones, saludos.
ResponderEliminarPATRICIA F.
A veces las narraciones más imaginativas están inspiradas en la realidad. Muy buen relato, preñado de emociones.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola, Juana, un micro que refleja muy bien todas esas emociones que enumeras y más.
ResponderEliminarSe dice que hay cosas improbables y otras imposibles, hablamos de un instrumento grande y difícil de olvidarse de él, siendo esta historia basada en un caso real, creo que queda demostrado que, lo que ha de pasar, pasará a como de lugar. Qué bien que la historia y el micro, tuvieron un final feliz.
Un abrazo.
¡Hola, Juana! Un micro estupendo en el que Petunia personifica a todo aquello que es valioso para nosotros y lo perdemos. Eso vale para personas, objetos y cosas más intangibles. En este caso, la recuperación de Petunia le llevaría al éxtasis. Pero la zozobra tras la pérdida que muestras es tal cual lo que se llama fases del duelo: negación, ira, negociación, depresión, y finalmente la resignada aceptación en el caso de que no lo hubiera recuperado. Estupendo micro Un abrazo!
ResponderEliminarMe ha encantado que hayas elegido un instrumento para desplegar las emociones elegidas. Has retratado muy bien esa forma que tenemos de humanizar algunos objetos no por lo que son, sino por lo que transmiten y representan. En este caso Petunia trasciende por la música que es capaz de generar bajo manos virtuosas. Al artista le permite expresar su creatividad y liberar sus sentimientos, y su pérdida es tan dolorosa como reconfortante su recuperación. ¡Muy bueno!
ResponderEliminarHola Juana, una historia muy interesante con sentimientos y con enseñanza mejor mantenerse calmado aunque los que nos rodean no lo estén ya que si no podemos perder lo que nos inspira. Un abrazo.
ResponderEliminarCuando se pierde la calma comienzan los arrores. Buenísimo.
ResponderEliminarUn gran aporte al reto, creo que todos podemos ponernos en la situación de tu protagonista. ¿A quién no se le ha perdido algo valioso? (No necesariamente algo material). Nos afecta, nos hace pasar por una gama de emociones extensa y cuando lo encontramos sentimos que descansamos. Muy buen relato, me gustó.
ResponderEliminarHola Juana.
ResponderEliminarLa ansiedad por llegar a salvo a casa, generada por el taxista y su enfado, le hizo perder su objeto más preciado y caer en ese estado de desesperación, angustia y enfado consigo mismo. Las ansiedades nunca traen nada positivo. Quedamos todos felices con la recuperación de Petunia y de la música ¡divino tesoro!
Me encantó tu relato. Un abrazo. Marlen
Muy pero que muy bien escrito, Juana. Nos has hecho sentir las sensaciones de la pérdida. El violonchelo no es solo un objeto, es un instrumento a través del cual resuena el virtuosismo del maestro y algo más que no sabría definir. Un buen recorrido por las emociones de tu protagonista. leí que ocurrió realmente, algunos violoncelos no tienen precio.
ResponderEliminarUncariñoso abrazo, Juana. Buen trabajo, maestra.
Un micro muy bien hilado con ese instrumento olvidado. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Juana. Es mágico el vínculo ese entre músico e instrumento. Si este de llega a formar, entre los dos pueden llegar a tocar el alma de quien lo escucha.
ResponderEliminarUn relato genial, que me ha hecho sentir una gran punzada con la pérdida pero una enorme alegría con el reencuentro.
Un abrazo!
Hola Juana, Petunia era ella, el instrumento donde su arte se manifiesta, es un extensión del artista, como para nosotros las teclas o el papel escrito (pero más barato, jeje) perderlos es perder parte de tu ser. Muy buena la historia de este apego y estos tres personajes. Un abrazo
ResponderEliminarRealmente solo es un objeto; a mi no me hubiera traumatizado tanto, pero claro, es que yo no sé tocarlo. Para él es como si hubiera perdido una mano, o el habla. El objeto en sí poco importa , es el traunma que causa su perdida, su busqueda y su recuperacion , todas reflejadas a traves de sus correspondientes emociones, que has plasmado maravillosamente, en sus distintas etapas
ResponderEliminarabrazoo
Hola, Juana. El hecho de que tuviera nombre ya le da al objeto, más allá del valor monetario, un valor subjetivo enorme. Imagino la deseperación del protagonista cuando se dio cuenta de su distracción. Algunos dirían que fue un fallido...
ResponderEliminarMuy buen relato! Un abrazo
Hola, Juana. Creo que se ha perdido mi comentario. El instrumento volvió afortunadamente a sus manos , que es donde siempre debió estar. Un abrazo.
ResponderEliminarSe dice que el nombre es muy importante a la hora de establecer una unión, y transmitir emociones. Petunia, era ese cúmulo de emociones que dan alegría a la vida, y que fueron puestas en honor a todas esas bondades que proporciona el violoncelo.
ResponderEliminarBuen micro, Juana, me ha encantado como has escenificado esa pérdida y ese encuentro.
Que tengas un maravilloso fin de semana. Un abrazo.
Preciosa la unión que se puede establecer entre un músico y su instrumento. No me extraña el sufrimiento ante la pérdida y la alegría del reencuentro. Muy buen micro.
ResponderEliminarUn abrazo.
Petunia, que hermoso nombre para un instrumento, y en efecto para un músico un instrumento es su vida, pero que error tan grave para él, fue haberla olvidado en el taxi, esto es la inquietud, el enojo, o la molestia de verse perturbado por otro, reaccionamos sin mediar, hasta que después se ven los errores. Buen mensaje. Abrazos desde Venezuela.
ResponderEliminarPues, Juana, aparte de presentarme a un artista tan maravilloso —del cual acabo de escuchar una pieza de Bach— me has dejado un maravilloso micro. Menuda experiencia angustiosa la de perder un instrumento tan valioso, y qué fantástica la de recuperarlo al fin sano y salvo. Petunia... genial el nombre y genial el micro y la idea de recrear ese episodio de Yo-Yo Ma.
ResponderEliminarUn abrazo.
Una pèrdida con valor material y sentimental. Un beso
ResponderEliminarHola Juana, muy original el relato y un cúmulo de emociones porque para un artista, el instrumento es la prolongación de él mismo. Enhorabuena, un abrazo!!
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