jueves, 12 de octubre de 2023

ALICIA Y EL PRÍNCIPE

 



Claro que no era un príncipe. Fue el sobrenombre que le puso su madre extasiada ante la belleza de su niño. Por lo demás fue hijo único y al decir de todos, incluidos sus padres, un poco tonto. Pero como los príncipes suelen ser un poco tontos, el sobrenombre quedó.

De Alicia no sabemos nada. Posiblemente  no fuera ese su nombre. Hacía mucho tiempo que había perdido los dientes y su habla era tan confusa que se la suponía extranjera. Era alta, de una gran estructura ósea, su cabello parecía castaño, aunque no podía saberse cuál era su color original. Paraba en una esquina de la manzana en la que vivía el príncipe, y a nadie le gustaba su presencia,  aunque todo se reducía a comentarios por lo bajo, puertas adentro y entre suspiros, y alguna vez un llamado a la seguridad social que la buscaba y la llevaba a bañarse y dormir en un refugio del que ella escapaba al día siguiente. Y volvía a su esquina. No elegía otra. No cambiaba de barrio ni en invierno ni en verano. No era una pordiosera en el sentido estricto. Ella no pedía nada. Pedían mucho más los vecinos que querían que se fuera de allí. De todos modos siempre la señorita Culpa andaba rondando  almas que deslizaban un billete de poco valor a sus pies al salir de la misa dominical, sin mirarla y murmurando un «Dios la perdone». A veces los camareros del café  más cercano le alcanzaban las sobras de alguna comida. Tenía dos bultos de cosas que había hallado aquí y allá y que cuidaba como tesoros.

Un día el príncipe, de la mano de su madre, la había visto  con los pechos al aire lavándose con un pañuelo mojado. Y otro, a esos horarios en los que no hay gente en la calle, la vieron esconderse entre dos autos para orinar.

¡Qué asco! murmuró la señora mientras disimulaba ver lo que miraba.

¿Qué cosa, mamá? preguntó el niño.

¡Chico tonto! Las personas no somos animales, no hacemos nuestras necesidades  en la calle a la vista de todos. Debe estar loca.

¿ Y por qué los locos no van al baño del bar?

Porque no los dejan entrar, son solo para los clientes. No pueden permitir que una persona como esa mujer lleve suciedad y vaya a saber qué pestes a sus locales.

Y nosotros, ¿por qué no le prestamos nuestro baño?

Pero, ¡¿te has vuelto loco?! Yo no voy a exponer a mi príncipe a quien sabe qué enfermedades. Además, ¿si la dejo entrar  a mi casa y nos roba?

¿No me dijiste que los mayores ladrones eran los ricos que nos robaban a todos?

¡Ah, por favor! No entiendes nada, tonto. Al menos trata de aprender a leer y escribir, y deja que los adultos nos ocupemos de nuestras cosas.

El príncipe tratando de aprender a leer y escribir, anotaba palabras que le llamaban la atención, muy especialmente aquellas relacionadas con Alicia. Por ejemplo: «No es como nosotros. Quién sabe de dónde vino. Está sola porque quiere. No acepta la ayuda social. Habla sola. Quién sabe qué traumas… A veces más que loco te hacen malo. Hay que tener cuidado con la enfermedad. Uno quisiera ayudar, pero no te dejan. Desmerece el barrio…Hay que llamar a la policía.»

No le permitían andar solo en la calle, pero a veces al salir de la escuela corría hasta la esquina para verla. En una ocasión llegó a sentarse a su lado. Apenas lo vio su madre, lo sacó a los golpes. Alicia le sonreía, guiñaba un ojo o le sacaba la lengua mostrando su boca desdentada. El príncipe se asustaba muchísimo y salía corriendo. Ella  reía.

Un día, Alicia con sus bultos desapareció de la esquina y no volvió más.

Todo el barrio respiró aliviado.

Él, en cambio  iba cada vez más seguido  como quien espera, como quien busca algo.

Una noche tuvo fiebre  y  repitió inquieto: «No es como nosotros. Habla sola. A veces loco, a veces malo. Cuidado con la enfermedad…»

Al despertar, preguntó:

Y ahora,  ¿Quién va a ser el loco? ¿Quién va a ser el malo? ¿Quién va a vivir en la esquina para que nosotros podamos seguir siendo como nosotros?

Sus padres decidieron internar al pobre tonto.


36 comentarios:

  1. Muchas gracias, Juana, por participar con este relato en el homenaje a Harper Lee. Mucha suerte.

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  2. Hola, Juana. Bonito relato que te hace reflexionar. Suerte en el concurso. Un saludo.

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  3. Hola Juana, muy bien escrito y el pobre príncipe preguntaba certeramente si no hay alguien que sea culpable de nuestros males quien queda? Un abrazo.

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  4. El príncipe era listo y se hacía las preguntas correctas...La madre poca sensibilidad y un buen ejemplo de muchas personas como ella...MUcha suerte. Saludos
    lady_p

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  5. Pues al que mal llamaban "el tonto", parece que lo tenía todo muy claro! Lo que ocurre es que la miraba con otros ojos y veía la verdad! Sin prejuicios, y no como habitualmente acabamos viendo el mundo los adultos por culpa de nuestros miedos! Un abrazote y suerte!

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  6. Lo de la madre un poco fuerte. En los pueblos de antaño, el loco, o el tonto, como solían llamarle se llevaban las mofas y golpes de los demás. Desde luego un relato para pensar. Suerte. Un abrazo

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  7. Es que somo unos hipócritas, Juana, (me incluyo), lo dice tu frase de la culpa que anda rondando almas y con un billetito de poco valor.
    Y terrible el final de tu historia, ante la pregunta del hijo los padres optaron por la peor respuesta. Internarlo ¡Ufff! ¡Qué padres!
    Un abrazo de los fuertes fuertes, Juana.

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  8. Es que esos padres nos representan, Tara. Somos capaces de repetir el aislamiento del otro con tal de no pensar siquiera en cómo cambiar de fondo. Sí, somos hipócritas y horriblemente cómodos. Me quedo en tu abrazo un largo rato.

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  9. Maneras de ser que aún siguen vigentes. Disimuladas, pero vigentes.

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  10. Hola Juana.
    Los que son diferentes, porque son aparentemente tontos o inadaptados, son aislados por la sociedad hasta que consiguen deshacerse de ellos. Y yo me pregunto ¿Y quién es la sociedad? Nosotros, hipócritas incapaces de acabar con el aislamiento, incapaces de levantar la voz en su defensa, criticando sin conocer la verdad.
    Excelente micro. Un abrazo. Marlen.

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    1. Gracias, Trujaman. He intentado varias veces dejar un comentario a tu excelente relato y no he podido. No has sido la única. Desconozco el motivo. Hasta con Google he tenido problemas.
      Decirte que me pareció fuera de serie. Un abrazo

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  11. Una sociedad hipócrita en la que vivimos y no creo que cambie, el mundo siempre ha sido así, es más fácil tapar culpas con una limosna.
    Muy buen relato, te felicito.
    Un abrazo.
    PATRICIA F.

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    1. Gracias Patricia por comentar. Ya no sé a quienes pude comentar y a quienes no, pero los he leído a todos. Un abrazo

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  12. Hola Juana. ¡Qué buen relato! bien escrito, por el que nos deslizamos sin dificultad y con fluidez. Un relato que nos habla de convencionalismos sociales, y de prejuicios, de los cuales todos estamos llenos pues inconscientemente se nos inculcan desde pequeños. Quien está libre de ellos es el príncipe, que ve el mundo con la inocencia de un niño. Esa empatía que el príncipe tiene, la han perdido las gentes del barrio. Y es que el diferente siempre es el enemigo. Hay un gran contraste entre ambos protagonistas, por edad y por clase social, pero sin embargo también mucho parecido. Ambos son auténticos, son ellos mismos. Detrás de Alicia hay sin duda una historia triste y dura, al pobre chaval, cuerdo entre los locos como si de un Quijote se tratase, la miopía de sus padres le va a poner la vida difícil. Me quedo con esa última frase, si no existieran Alicias, si no existieran diferentes, ¿Quién nos daría la excusa para ser como somos? Un abrazo.

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  13. Esos padres no saben lo que significa serlo, creen que no existen nadie que pueda ser como ellos y por eso deciden encerrarlo
    El negar la existencia de Alicia es algo que el principe no entiende
    Un abrazo Juana
    Puri

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  14. Muy buen relato, Juana. Una historia bien contada que invita a la reflexión. El mensaje final es muy certero.
    Un saludo.

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  15. Hola, Juana, qué gran relato sobre los prejuicios sociales y la hipocresía. Solo un inocente como el Príncipe se atreve a decir la verdad y lo tratan como loco. Felicidades y suerte en El tintero.
    Un abrazo.

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  16. ¡Hola Juana! Excelente relato de denuncia. Expones de manera muy clara, desde los ojos de Príncipe, como la sociedad excluye o aparta al diferente. El final de su historia, perpetrado por su propia familia, es muy triste.
    Un saludo y suerte en el concurso.

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  17. Una historia entrañable, Juana. Muy triste, pero de las que dan mucho qué pensar. Dicen que sólo los niños, los borrachos y los locos dicen la verdad. Y la verdad nunca se acepta de buen grado. Más bien levanta ampollas y es preferible taparla, esconderla, y acabar encerrando o apartando a quienes se atreven a airearla.
    Mucha suerte en el concurso. Un fuerte abrazo.

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  18. Saludos JuAna

    Es corriente que a los que son diferentes a nosotros los veamos con recelo o peor aún con compassion. Gran aporte para el reto. Un abrazo

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  19. Que magnifica manera de cerrar el cuento. Me ha encantado todo lo que sugiere. Y los personajes y los dialogos están genial. Muy bueno , Juana. Mucha suerte en el concurso. Un abrazo!!

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  20. Hola, Juana. El príncipe no tenía un pelo de tonto. Y su familia lo internó para que no les dijera las verdades a la cara; para que no les hiciera ver lo falsos que eran.
    Un final digno de este buen relato. Felicidades.

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  21. Hola, Juana, qué relato/cuento más bueno! Además de ese halo de surrealismo que rodea el personaje de Alicia, El principio me ha recordado al cuento de El traje del emperador, que tenía un traje invisible y la gente fingía verlo porque solo los tontos no lo hacían. Esto es igual, hay que seguir el plan social porque si no eres un loco. Pero la segunda cuestión que planteas aún me gusta más. No es que sea loco (o loca en este sentido), sino que es necesario que haya un loco para que la sociedad se sienta dentro del lado de la cordura, pero ¿quién es más loco, el loco o el loco que sigue al loco? Porque visto de ese modo, todos estamos locos, jeje.
    Me ha gustado un montón, Juana, felicidades por el relato.
    Un abrazo y mucha suerte

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  22. El príncipe tonto se lo tomó demasiado en serio la desaparición de Alicia.
    Ahora él era el loco...

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  23. Estos indigentes estan en el limbo de la sociedad, porque no pueden escapar de ella ni tampoco integrarse. Es peor que los locos (los reales)que con medicacion se reconducen.
    Quiza si el chaval sube en la escala de locos , acaban coincidiendo en la misma institucion.
    abrazoo y suerte

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  24. Muy buen relato, Juana, sólo la inocencia es capaz de ver la hipocresía y los convencionalismos sociales. Estupendos los dos personajes principales, tanto el príncipe como Alicia. Me ha gustado mucho. Un abrazo!

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  25. Hola... de seguro el príncipe pronto tedrá su respuesta. Tenemos la facultad innata de siempre encontrar un loco en cada esquina.. todo sea por justificar nuestros prejuicios... Excelente relato. ¡Saludos!

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  26. Hola, Juana.
    La inocencia de un niño no ve nada malo en los demás. ¿Cuántas Alicias hay en una ciudad? Seguro que conocemos a alguna. Un día desaparecen y hasta se te hace extraño. ¿A dónde habrá ido? ¿Ha muerto?
    Un saludo y suerte en el concurso

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  27. Hola, Juana. Para mí, ni tonto ni loco, tu protagonista de la realeza del barrio. Inocente como cualquier niño y con más sentido común y empatía que los adultos. Lo de encasillar a la gente por su aspecto es deporte nacional y con mucha participación.
    Saludos y suerte.

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  28. Hola Juana, muy buen relato y con un final bordado: ¿Quién va a vivir en la esquina para que nosotros podamos seguir siendo como nosotros? Un besote

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  29. Hola Juana. No quería dejar pasar la edición sin felicitarte por tu relato, por esas cosas de las votaciones no estás entre los mencionados, pero creo que tu cuento tenía calidad sobrada para estar muy arriba. La psicología de los personajes está excelentemente trabajada, se nos muestran a través de sus diálogos y sus silencios, y esa sentencia final es estupenda. Abrazos.

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  30. Gracias, Jorge. Enhorabuena por tu Tintero de Oro. Aún no he llegado a ser votada entre los diez primeros. Por algo será, pero me importa participar, aprender de mis compañeros, que me lean y dejen sus comentarios. Un gran abrazo

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  31. Hola Juana, sentí curiosidad por el título y entre a lerte. Solo te diré una cosa: ¡Buenísimo! Los mensajes que incluyes en el relato, creo que van dirigidos sino a todos, a la gran mayoría de gentes.
    Te felicito sinceramente, dan ganas de volver a leerlo.

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