NEW YORK- NEW YORK
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一¿Y entonces…?
一Ya en la puerta del dormitorio la realidad la atraviesa como un rayo: su abuela es un lobo. Antes de que la bestia salte a devorarla, corre hacia los techos. Las sirenas son aullidos cada vez más cercanos. Su capa de plástico impermeable no es como las amarillas más comunes, sino de un rojo apagado. Eso ayuda a que se mimetice con el rojo ladrillo de los edificios antiguos y vuele por las escaleras exteriores hacia la calle, buscando escapar. Un pensamiento pasa raudo como una nube: ¿Animal de qué especie es la madre que la envía entre los lobos?
Son barrios apartados donde un muchachito toma el arma de su padre, entra a la escuela y comienza a disparar. Gente como uno se consume de dolor y culpa por la muerte del hijo, en tanto en la esquina un pronto Santa Claus vacía calabazas que venderá en Halloween, mientras practica su siniestro «ho, ho, ho» para un paseo invernal en rojo Coca Cola tratando de hacer sonreír a niños que lo miran entre el asombro y el pavor.
Algo más allá, en un bar oscuro y miserable Al Pacino mata por primera vez en su camino a convertirse en El Padrino.
Sigue escaleras abajo pero ahora es el metro. Gente en los andenes intenta entrar a los vagones empujando a los que ya están aplastados contra las puertas; y ratas, y más ratas corriendo entre los rieles buscan el camino a los desagües.
Aparece en Harlem. Por un momento piensa que la salida puede estar cerca: De una iglesia pequeña sale una voz poderosa que canta «Sometimes I feel like a motherless child far away from home». Sin embargo, al instante ve en la calle a un policía apaleando a un hombre que acaba de tropezar con él. Un lobo entrenado por lobos. Vuelve a huir.
Wall Street, imponente, gigantesca, dura. La única humanidad que percibe es la de Audrey en Tiffanys enfundada en guantes negros, con una larguísima boquilla entre los labios. Bella y serena.
De pronto se encuentra en el Central Park con gente que corre en zapatillas.
Aunque ni lo conoce ni lo conocerá jamás, en su mente aparecen las palabras Intimidad de los Parques de Julio Cortázar. ¿Quién será? ¿Qué hace en su cabeza? Algo quiere avisarle. Pero las palabras se borran.
Ve a Forrest Gump en un banco relatando cómo también él aprendió a correr para salvar su vida, hablando de su amada Jenny, la niña abusada por su padre.
Ríos amarillos corren por la senda al borde de la acera guiados por conductores de largos colmillos y ojos rojos, atentos a quien los detenga. ¿Podrá haber alguno que sea el Taxi Driver de De Niro?
A todas las alturas, luces que roban el alma ofrecen las cosas más diversas en todos los colores y tamaños posibles; y gente, gente, gente que compra y compra en el temor de perder la increíble oferta, tirando dinero contra las vidrieras.
No, no está a salvo.
En un balcón de Broadway alguien toca a Glenn Miller, sin embargo en los teatros siguen representando Un Tranvía llamado Deseo. También en el Actor’s Studio hay lobos en piel de cordero.
No entres al MOMA, es una trampa. Tu perseguidor puede esperarte tras una columna o aparentando mirar un cuadro.
En St. Patrick se ha casado la hermosa pareja que por ambiciones paternas iniciará generaciones de poder y de muerte. De frac, alhajas brillantes, sale esta jauría aullando en risotadas. Es verdad que también está La voz para cantar A mi manera, pero entregada a ellos. Nunca podrá ser la suya.
Marilyn se detiene sobre el respiradero del metro. El aire al pasar levanta la falda que sostiene sonriente. Todas las jaurías de la ciudad se abalanzan sobre ella hasta dejarla moribunda tratando de pedir auxilio.
Un poco más allá, Lennon recibe su balazo.
Llora con la tristeza de una lluvia que no es mansa sino infinitamente cansada. Quisiera aullar, pero teme convertirse en uno de ellos. Un mendigo casi descalzo arrastra los restos de unos zapatos demasiado chicos para él. Va comiendo una hamburguesa que chorrea por su barba. Casi sin mirarla, como temiendo asustarla, le dice:
—A la desembocadura, niña. Al sur y hacia el este. ¡A la estatua, que se hace noche!
Cree haber llegado por fin pero, oh desilusión, la Libertad es hueca. Sin embargo, por unas horas será su lugar de descanso.
Al amanecer, la voz de Walt Whitman vuelve a ella: No desfallezcas si no me encuentras pronto/ si no estoy en un lugar, búscame en otro/ en alguno te estaré esperando.
Irá más allá del sol.
—Pero, todo eso, ¿es cierto?
—No lo sé. Nunca estuve en Nueva York.
(801 plbs)

Un "bonito" homenaje,( homenaje , al fin y al cabo) a la ciudad más conocida del mundo, incluso para los que no han ido nunca.
ResponderEliminarCon sus sombras y sus luces, por ese orden,
Es un lugar de feismo. Me gustan más las películas setenteras ( la ambientacion) que las modernas
Abrazooo y suerte
Salud, compañero. Gracias por comentar. A mí también me gustan más las setenteras ¿se notó? Un abrazo
EliminarMuchas gracias, Juana, por participar con este relato en el homenaje a Carmen Martín Gaite. Mucha suerte.
ResponderEliminarGracias a vos Marta, por la propuesta. Un abrazo
EliminarNo solo pasa en Nueva York, aunque es la reina porque suele tenerse en un pedestal. Las ciudades cada vez son menos civilizadas, menos habitables y más hostiles. Aunque en el fondo, quienes hacen así a las ciudades son las personas, ¿o es al revés? El caso es que la vida moderna ha llenado la vida de luces, que su vez genera aún más sombras.
ResponderEliminarAsí es, Noelía. Por supuesto pienso que somos los seres humanos quienes las vamos formando así para terminar sufriéndolas así. En casos como Nueva York se sumó siempre la densidad de población en relación al terreno disponible. También Londres o Francfurt son enormes pero con mayor disponibilidad de terreno para construir. Un abrazo y gracias.
ResponderEliminarHola Juana. Tu texto es un torbellino de imágenes poéticas y referencias culturales que reimagina Nueva York como un bosque, un bosque urbano lleno de amenazas y maravillas. Has pintado con palabras a una Caperucita moderna que huye de una abuela-lobo a través de una ciudad poblada por iconos como Al Pacino, Audrey Hepburn, Marilyn Monroe y John Lennon, mezclados con escenas de violencia, consumismo y deshumanización. Desde Harlem hasta Wall Street y Central Park, la narradora corre perseguida por un peligro indefinido, guiada por un mendigo hacia una Estatua de la Libertad “hueca”. El guiño a Cortázar y la cita final de Whitman, junto con la confesión de no haber estado en Nueva York, añaden un giro surrealista. Me ha encantado ese collage cultural, el retrato de la ciudad como un lugar de promesas rotas y su ritmo vertiginoso, invitando al lector a cuestionar la línea entre realidad y ficción y a buscar esperanza en la persistencia de la huida.
ResponderEliminarTe felicito.
No sabes lo que agradezco tus lecturas profundas y detalladas y el trabajo que te tomas para trasmitírmelas. Muchas gracias por esa lectura y ese comentario. Ma hace sentir comprendida, cosa no tan frecuente entre autor y lector. Un abrazo grande,
EliminarHola Juana
ResponderEliminarNew York, un rompecabezas formado por mil piezas que nos van desgranando la vida y la muerte en una gran GRAN ciudad. En un ritmo impetuoso, apresurado, pasan escenas ante nuestros ojos que pintan la vida de la urbe sin darnos tiempo a reaccionar. ¡Increíble! Un abrazo
Marlen
Hola Marlen, gracias por pasarte. en verdad traté de darle un ritmo semejante al que ilagino de semejante CIUDAD. No sabía si lo habría logrado. Me gusta que lo hayas notado. Un abrazo
EliminarNew York.... en cine, si es un mundo aparte, una ciudad que a la vez es actriz en cada film. necesitamos ir a verla en persona. Creo que si.
ResponderEliminarSi se diera...Es curioso, pero en mi lista de espera está lejos de ser la primera. Gracias por leerme. Un saludo
EliminarSi bien es de notorio que la villa de Nueva York ha sido debidamente identificada por sus celebridades del canto, el cinematógrafo y el arte en general, a la par ha sido, digámoslo sin tapujos, erigida con la sangre, el sudor y las lágrimas de millares de seres humanos anónimos. ¡Qué gran panegírico para tan insigne urbe, capital del mundo! ¡Santo Dios!
ResponderEliminarAsí es, Lucila, y seguirá siendo hasta que los humanos aprendamos de veras el respeto, el cuidado, la libertad que merece el prójimo, para no usar la palabra abusada y violada a través de los tiempos: "amor al prójimo". Un abrazo.
Eliminar¡Ay Juana! ¡Qué recorrido …(no sé que adjetivo utilizar)… ¿mítico-cinéfilo? Nos haces por todos los iconos que representan a New York New York. ¡Y tan vertiginoso que apenas se puede respirar mientras te leemos!
ResponderEliminarYo tampoco conozco Nueva York, así que me lo imagino sobre todo por las películas y documentales, pero me quedo con “La montaña” de Whitman, desde esa altura (o bajura), se vislumbra mejor la ciudad y todos sus habitantes reales o ficticios.
Un muy buen trabajo apegado a la temática propuesta y mucho más. Un plus.
Un abrazo isleño.
Gracias, querida compañera. Estoy encantada de que volvamos a leernos. Un abrazo grande
EliminarJuana, te luciste... me has dejado con una sensación de desconsuelo que ni te imaginas. La ciudad de Nueva York, vista a traves de los ojos de una de sus víctimas. No has escrito sobre las cosas banales que la envuelven sino has hecho una verdadera "radiografía", implacable de la realidad. Me ha encantado. Abrazo fuerte.
ResponderEliminar¡Qué bueno,, Ana Piera! Yo también disfruto-sufro con tus relatos y tu punto de vista me interesa siempre. Gracias, y grn abrazo
EliminarHola, Juana. Precioso recorrido por esos lugares, situaciones y personas que han hecho universalmente conocida a la ciudad de Nueva York. Como tú, tampoco estuve allí, pero tengo la sensación de conocerla mejor gracias a tu relato. Gran frase final, por cierto. Un abrazo y suerte.
ResponderEliminarNuestros conocimientos respecto de Nueva York- y de tantas otras cosas- es por lo tanto mucho más percepción interior que exterior. Tal vez de visitarla sumaríamos otros aspectos, pero no estaríamos tan equivocados en los que pensamos. Gracias por leer y comentar. Un abrazo
Eliminar¡Qué gran relato, Juana! New York es eso que nos cuentas y mucho más. El gran escenario del cine de todos los tiempos, con el que hemos llorado, reído, en una palabra, disfrutado. Me ha encantado.
ResponderEliminar¡Un abrazo!
Gracias, María Pilar! Que guste a mis compañeros, o encuentren cosas a comentar, me da mucho ánimo para seguir escribiendo. Un abrazo
EliminarHola, Juana, vaya carrera se ha marcado Caperucita, del cuento del lobo ha saltado al estrellato de New York en su cara más glamurosa, de película y de lujo. Un paseo de lo más cultural por la ciudad, que no se diga que Nueva York no tiene clase.
ResponderEliminarUn abrazo. 🤗
Hola Juana!
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato, todo un homenaje a esta poderosa y voraz ciudad! Llena de míticos referentes, que vas saltando de uno a otro para describirnos lo salvaje e intensa que puede llegar a ser esta ciudad en particular, y todo un pais en general! Me ha encantado tu frase final! Un abrazote y mucha suerte en el concurso!
Hola, amiga Juana.
ResponderEliminarTe has tomado al pie de la letra el requisito de que la ciudad de Nueva York tuviera cierto protagonismo en la historia y tu collage-puzle, tan ecléctico como acertado, lo cumple de maravilla. Me ha encantado la sucesión de referencias, todas ellas en el imaginario común, escogidas con precisión cuasi quirúrgica y que nos llevan volando en un paseo que alterna realidad y ficción. Enhorabuena y gracias por compartirlo con nosotros.
Patxi.
Madre mía... Realmente desolador. Te adentras en los submundos del alma, en lo más triste y oscuro, y todo echando mano con extraordinaria habilidad de la literatura y el cine. Me has recordado al poema de Lorca sobre la Aurora en Nueva York que acabo de leer en lo de Merche. Muy, muy lorquiano. Enhorabuena por esta angustiosa prosa poética.
ResponderEliminarUn abrazo :)
Hola, Juana. Un paseo por la imágenes más icónicas que han tomado a la ciudad de NY como telón de fondo. Yo tampoco la conozco pero te paseado por ella infinidad de veces. ¡Si hasta he visto a unos sinvergüenzas que se hacen llamar Cazafantasmas luchas contra un muñeco gigante de Marshmallow!
ResponderEliminarUn viaje alucinante. Felicidades.
Hola Juana. Nos pintas un Nueva York esperpéntico, devorado por las prisas, la suciedad, el abandono, el consumismo, dejada por los poderes públicos a su libre albedrío, donde cada cual sobrevive como puede, si es que puede. Un Nueva York que seguramente tiene más de real que el que nos pintan las películas. Una ciudad solo redimida por lo que conserva de cultural y por ese halo de misticismo que tantas películas que se han rodado en sus calles le han dado y que el tiempo no consigue borrar. Quedémonos pues con ese Nueva York místico, pero sin perder de vista el auténtico. Un abrazo.
ResponderEliminarJuana, nos has regalado un viaje tan visceral por el inconsciente colectivo de una ciudad que devora mitos y escupe leyendas. Esta Nueva York no es un mapa, sino un espejo roto donde se reflejan todos nuestros miedos y anhelos: la Libertad que es hueca por dentro, los lobos con piel de cordero que cantan My Way, y esa búsqueda desesperada de un refugio que siempre está "más allá". Me estremece cómo conviertes los íconos pop en criaturas de un bestiario moderno donde Marilyn es devorada por la misma multitud que la adora y Cortázar susurra pistas perdidas en el Central Park. Al final, ese "Nunca estuve en Nueva York" contiene una verdad demoledora: que las ciudades más reales son las que construimos con los pedazos de sueños y pesadillas que llevamos dentro, esos que nos persiguen aunque nunca hayamos subido a su tranvía llamado Deseo. Una carta de amor escrita con cicatrices a la ciudad que inventó el vértigo. Saludos desde Venezuela
ResponderEliminarNueva York, estremecedora historia. Ya casi mejor que no viaje a esa metrópoli, por si acaso...
ResponderEliminarMe gusta mucho como lo has escrito. rápido y conciso.
Enhorabuena.
Hola, Juana, todo el frenesí neoyorquino acumulado en tu relato. Una incesante carrera por salvar el pellejo, eso retratas aquí y en parte, al menos el famoso sueño americano, se convierte en esa pesadilla neoyorkina del nunca acabar.
ResponderEliminarBuen recorrido por su arte en varias vertientes, destacándose más el cine, que es la puerta abierta al conocimiento de lo desconocido.
Créeme si te digo que hasta me sofoqué leyéndote, ja, ja. Buena relato y trepidante versión de caperucita en Nueva York. Besos.
Hola, Juana, por fin llego a tu relato. Menudo relato, no da un respiro. Esa narración en presente es muy acertada por la inmediatez de lo que se está leyendo, y añade ese toque frenético de esa ciudad se ¿ensueño? Has plasmado una ciudad real, la que se supone que es real pues nunca he ido, pero a través de la ficción. En este caso la supuesta magia de gran parte de las obras que han dado a conocer al mundo la ciudad no son lo que se supone que intencionaron, sino un granito más de arena de ese vulgo social de masas, ruidos y tópicos. Y muchos lobos, eso sí. Te ha faltado el Lobo de Walt Street, ese es el más temible de todos, el líder de esta manada que va en busca de esa niña que por lo menos una noche más ha conseguido darle esquinazo; aunque no sé cuántas más podrá escapar.
ResponderEliminarUna propuesta genial,.compañera, no sé si conoces la ciudad, pero me la has mostrado como si fuera parte de tu día a día, con un ritmo frenético y un lobo acechando en cada esquina. Me encantó.
Un abrazo!
Hola Juana que viaje más completo por esas calles tan desconocidas y a la vez tan cercanas de esas ciudad yo tampoco estuve pero esos momentos que no muestran las pelis, los libros los poetas siempre están. Abrazos mil y enhorabuena.
ResponderEliminarHola, Juana. Un viaje por ese otro Nueva York, el que no brilla ni reluce. Finalmente, la luz de esperanza de la mano del poeta. Muy bueno!
ResponderEliminarUn abrazo