ASÍ EN
LA TIERRA...
Mira sus
zapatos recién abandonados. Las suelas gastadas, abiertas como bocas. Torcidos,
guardan su caminar y se arrugan donde se dobla el pie.
Bocas apenadas
y frentes arrugadas; un cuero cabelludo que amenaza mostrar el cráneo. Tanto
han andado. Dejaron huella en el polvo, recibieron pedregullos hirientes.
Está triste,
muy triste, sentado en la tierra mirando sus zapatos.
Anduvo todo
el día como tantos otros días tras los labriegos en los campos de trigo, viendo
escapar los cuervos que roban el grano mientras algunos jóvenes se abrazan entre el heno, y otros
hacen silencio al atardecer esperando el descenso de los ángeles.
Los zapatos son la manifestación de su dolor y su
derrota.
Se recuesta en la tierra. Cierra los ojos deseando que
la oscuridad lo atrape. Vuelve a abrirlos.
En un instante, el cielo ha estallado en un sinfín de
brillos, ríos de nubes que forman remolinos.
Siente una renovada certeza. Se levanta descalzo, los pies en la tierra, casi corriendo a pintar
ese cielo de estrellas, pneuma amarillo que gira viviente.
Será su ofrenda.
Luego, más tarde, bajo otro cielo irá a buscar esa
noche tendiéndose para siempre en la solitaria oscuridad de la tierra.
(201pbs.)